martes, 26 de febrero de 2013

En sus torres de marfil

Sigo con mis andadas despotricantes (menuda expresión, pero así ha salido), lo digo porque cada día me cabrea más esta burocracia sin sentido… aunque hoy intento hacerlas un poco más literarias…

burocracia.

(Del fr. bureaucratie, y este de bureau 'oficina, escritorio' y -cratie '-cracia').

1. f. Organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios.

2. f. Conjunto de los servidores públicos.

3. f. Influencia excesiva de los funcionarios en los asuntos públicos.

4. f. Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas.

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Creo que hace mucho tiempo que la acepción correcta es la cuarta…

Ejemplos tan sencillos como reparar un ordenador o disponer de un recambio de tóner, acaban siendo aventuras que ni Atreyu en la Historia Interminable (continuando la relación con el título, que hoy ha sido lo primero y no lo último)… lo del tóner lo doy ya por perdido porque tras tres años de petición creo que debe estar absorbido por la Nada y lo del ordenador… se apaña en dos minutos… pero lleva dos meses porque desde que el conductor viene y acepta a cargarlo a que al conductor le den la orden de traerlo… manda narices… ni la tortuga Morla ponía tanta desgana en su ciénaga de la tristeza…

Por otro lado están las emperatrices en sus torres de marfil… pero son tan inconscientes que no ven que la Nada la crean ellas mismas… desde sus torres de marfil idean y pergeñan lo que creen fantásticas directrices e instrucciones que los miembros del “país de la gentuza” no entendemos y casi preferimos que la Nada acabe ya con nosotros… no importa la finalidad del trabajo, solamente cuentan las estadísticas y poco… ahora lo que se lleva es cobrar por todo… tasas hasta para respirar…

¿no podéis respirar?… espera, que ya os estrangularán un poco más… Nos quieren convertir en  Ygramul el múltiple…

"Más valiera al cazador
sucumbir en los pantanos
porque en las Montañas Muertas,
en el Abismo Profundo,
habita Ygrámul el Múltiple,
el horror de los horrores..."

La putada es que yo me siento como Artax, hundiéndome en el puñetero pantano a cada paso que doy, pero sin seguir a ningún Atreyu ni a una noble causa (iba a poner el corte de la peli pero sigue dándome mucha pena, así que dejo el enlace… aunque creo que lloré más leyendo el libro y releyéndolo y a la siguiente y siguiente… mi viejo libro con el forro roto tiene 21 muescas, manchas de nocilla, de meriendas, páginas onduladas donde cayeron lágrimas…)

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=MnXTBdzeVKI

Entre hundirme en el pantano o lanzarme a la Nada… ostras qué mierda de decisión… no hay ningún Atreyu, ni un Bastián Baltasar Bux  que nos guie, ni Fújur que nos proporcione suerte… solamente tenemos emperatrices y emperadores, pero no como la de la novela, no… tenemos unos que se creen lo que no son, pagados de sí mismos y haciendo alarde de sus miserias y mentiras como magníficas proezas que  por los cojones pienso emular ni aplaudir…

sábado, 23 de febrero de 2013

Cómo hemos cambiado…

De niña, en el patio del cole, me alucinaba que en el campo de futbito, los chicos de ocho o diez clases supieran cuál era su bola y localizaran a sus compañeros de equipo entre la marabunta… sin matar a dos o tres que se cruzaban jugando a polis y cacos, a alguna chica despistada que buscaba la pelota del balón-tiro (balón prisionero)… y a la par comerse el almuerzo y atinar en las porterías custodiadas por una decena de porteros…

Jugábamos a lo burro, nos despellejábamos las rodillas (previa rotura de leotardos o pantalones), nos empujábamos, pisábamos… los piques con la clase de A eran memorables… cuidado con Elena, que cogía todas y daba unos pelotazos que te dejaban temblando…  Pero una vez que sonaba el timbre, te olvidabas de todo y tan ricamente…

Cuando jugabas al baloncesto con otros colegios, a veces los padres te llevaban o se acercaban a verlo… mi madre, antes de irme al partido, siempre me decía que cuidase con los dientes, que la ortodoncia ya estaba siendo cara… te daban un codazo en el pecho, te arañaban, tú pisabas, clavabas el codo, te daban un manotazo, la otra con la cadera… te susurraban un puta y tú un gilipollas y no pasaba nada… ningún padre se enzarzaba con el árbitro, ni con el padre de la contraria… al revés, a veces te regañaban por no haber tirado en esa jugada, o por el mal pase que habías hecho…

Igualico que ahora, verdad?

Flipo y alucino con esos padres que la emprenden con los árbitros, con los padres y los niños del equipo contrario, con los entrenadores que no sacan a mi niño… Me cabrea y repatea esas madres bobas que no paran de dar la brasa al profesor porque a mi niño no lo “ajuntan” en el patio, porque le pegaron una patada jugando al futbol y fíjese qué moratón lleva en la espinilla…

Qué tontos y melifluos de cojones… los pifostios que se montan ahora si un niño de seis años levanta la falda de una niña…

Menos mal que crecí en los ochenta: sus rodillas con postillas, los baños unisex donde ver competiciones de mear más lejos, su colonia Chispas (qué mal olía, la jodía), la G.A.C., los chinitos de la suerte, las pegatinas toi de los bollycaos (también que malos), el estuche de dos pisos de Pelikan, las ceras Manley, el boli de 16 colores, los inicios de la Kitty, los cuadernillos Rubio, Las colecciones de Barco de Vapor…

jueves, 21 de febrero de 2013

Espesuras inspectoriles

Hay días que uno acaba agotado… se junta la distancia, las carreteras horribles, la lluvia… y las inspecciones densas… muy densas… de esas que parece que te envuelven y duran eternamente.

Hoy acompañaba al vecino de despacho, que ya había tenido problemillas en un obrador. No es la primera vez que iba, ni supongo que será la última… creo que he acompañado a todos los inspectores que han llevado el lugar… y las descripciones de las deficiencias son iguales… las diferencias radican en la forma de expresión de cada inspector.

Hacía tiempo que no veía un obrador de pastelería tan… tan… tan… Eso no era un obrador, era la bat-cueva… condensación a lo bestia, toda la pintura desconchada, con los restos de la pintura por el suelo, negro y negro y más negro, no solo de moho, también de la mala combustión de la caldera que tizna y deja hollín por todas las superficies… A eso le añades plastas de harina que ya pasan a un color marronáceo debajo de la capa de harina reciente que cubre todo cual rebozado (primero es blanca, beige que amarillea, amarillenta marfileña, luego se amarrona y finalmente se convierte en un algo que ya ni rascando con la uña). Mejor no mirar paredes, suelos… Mirases donde mirases… estoy convencida que hace al menos un par de semanas que allí no se limpia…

Lo que ya escapa de mi comprensión (escasa o no) es que el moho se haya hecho fuerte y campe a sus anchas… vamos, que ni una cueva de la montaña para madurar quesos … y menos en la zona de almacenamiento de harinas… siempre me ha dado la sensación de que los panaderos y reposteros cuidan muy mucho el lugar en el que guardan la harina, pero aquí, no.

Ha resultado una inspección tensa. Los comentarios despectivos, los gritos y las poses… no entiendo eso de que delante de la clientela chilles para que sepan que en la parte de atrás está el inspector, descojonándote de él y de su trabajo cual programa de telebasura. Reconozco que a veces mentalmente me sonrío de las cosas que dicen, quizás porque creo que no van conmigo, otras me tocan bastante la moral pero no voy a entrar al trapo… no tengo nada personal contra ellos y en el fondo no te duelen porque ya sabemos que solamente te hiere cuando te lo dice alguien a quien aprecias… Además, llega un punto en que mi cabeza desconecta del parloteo y me fijo en cosas extrañísimas… de hecho,  me preocupaba más que le pudiera dar un arrechucho al hombre que otra cosa porque estaba rojo como un tomate, con babilla en la comisura, una vena hinchada en el cuello y con las aletas de la nariz sin parar… Y las uñas de una de las dependientas que seguro que si me arañaba tendría que ponerme en observación de la rabia… Creo que es “bueno” que te vengan esas tontadas a la cabeza porque evitas discusiones y enfrentamientos baldíos. Te hacen distanciarte de la bronca y por lo menos a mí, me evitan entrar al trapo.

Pero ni una sola explicación al desastre salvo criticar y hablar mal de la competencia y acabar diciendo que es que los obradores son así y hasta primavera no toca limpiar… (para qué más comentario)

martes, 19 de febrero de 2013

Sí, hombre sí… llama a Chicote

Hay sitios que si por mí dependiera, les prendería fuego y después, quizás, tuvieran salvación… vale, suponen sobre un diez por ciento de mi censo, pero agotan, cansan, agobian, complican, aburren, cabrean, asquean, deprimen…

Si voy, porque voy, si no voy, porque no voy… si digo una cosa, porque entendieron otra, si digo otra, se les olvida la anterior… si les indico muchas deficiencias, que no saben por dónde empezar, si se las voy diciendo comenzando por las que tienen “más enjundia” sanitaria, que es que son muy complicadas de solucionar…

Es para salir por la puerta, juntar las manos en actitud de rezar, levantar la vista al cielo y gritar CHICOTTTEEEEEEEEE… por si sucede el milagro de que caiga cual meteorito (creo que no se deslizaría ni aterrizaría con elegancia, al contrario… que no se lo tome a mal el señor Chicote)

Y mira que intento escribir las deficiencias claras, incluso a veces con explicación de las consecuencias de seguir con determinada práctica. Pongo mi mejor letra de apuntes (que debía ser clara porque mis apuntes de la carrera los tenía media clase fotocopiados). Además de leerlas una vez escritas, las he ido explicando conforme las veo y voy remarcando en mi lectura, como si fueran niños que a base de repeticiones memorizaran las tablas de multiplicar… pues ni por esas… que no, que a veces me podría ahorrar saliva y dolor de garganta. Y para qué escribo??? Si cogen el papel, lo doblan y lo meten donde pillan… se olvidan de él al momento y después dicen que no se acuerdan de lo que les contaste.

Alguno me dice que va a llamar al programa de la Sexta de Pesadilla en la Cocina… mejor podrían quedar con un fabricante de lejía y detergente, que sería más rápido y eficaz… que no es que tenga que ir una cámara y un tipo a decirte lo zafio y guarro que eres… que ya está la pesada de sanidad diciéndotelo de buenas maneras, porque cuando digo que hay churretones de grasa cayendo por debajo de la chapa de los fogones, escurriendo hasta el suelo por debajo de los muebles, no te estoy contando fantasías, agacha el culo como yo y echa un vistazo, que yo las sentadillas, las justas en el gimnasio… y sí, si te enseño la porquería no es para que la mimes y cuides, es para que limpies…

Que si digo que la cámara está desordenada, los alimentos mezclados, sin proteger y las hormigas de excursión entre la lechuga sin descontaminar y los flanes de al lado, no te estoy contando un documental de la 2…

Pero llama a Chicote si te hace ilusión… si a él le haces caso, yo encantada y agradecida, de verdad… si lo que busco es que no seas una bomba de cagaleras…