viernes, 31 de agosto de 2012

Y ahora, ¿qué escucho yo?

Esta entrada nada tiene que ver con la higiene y sanidad alimentaria. Podríamos incluirla en mi “sanidad mental”, que ya sabéis que se caracteriza por una mínima frontera entre la locura y la tontería con toques de ironía y cierto grado de escatología, vale, mucho grado de lo último…

Soy bicho de radio. A las siete menos cuarto de la mañana al entrar en la cocina a preparar el desayuno y cocinar, pongo la radio. Cuando llego a casa tras el trabajo y termino de preparar la comida, pongo la radio. Si La Rubia trajina por la cocina, la radio está enchufada… salvo algunas mañanas de los fines de semana en las que intento hacer algo más elaborado en la cocina y para ello me pongo música  o cuando La Rubia hace sus ricas tortillas de patata al ritmo de algún grupo de Metal Extremo, siempre está la radio puesta.

Los veranos son raros para los programas de radio y a veces es mejor un podcast de algún programa viejo que te perdiste… pero ahora en septiembre, con la masacre de muchos programas o de sus presentadores, ¿qué narices voy a escuchar yo? Ya me veo el lunes buscando y buscando…

¿Alguna recomendación?

miércoles, 29 de agosto de 2012

El lavavajillas no es opcional

Hace ya unos cuantos años, cuando me incorporé a esto de las inspecciones, me sorprendí por la cantidad de grandes establecimientos (salones de boda, hoteles, restaurantes) que no disponían de lavavajillas. Con algunos fue una auténtica lucha convencerles de la necesidad higiénica de un lavavajillas… algunos convenciéndoles de buenas y bastantes lográndolo a las malas. De hecho recuerdo un salón de bodas gigante que la excusa era que daban trabajo a tres mujeres que durante una semana fregaban la vajilla y cacharros usados durante el banquete… y que bastante hacían dejándoles usar agua caliente… viva la formación de biofilms y nichos de bichos… y viva la penosidad en el trabajo… claro que la culpable de un potencial despido era mía, para variar y como siempre.

Esto viene porque estamos detectando que de nuevo, se abren bares, cafeterías-pastelerías, churrerías-cafeterías, restaurantes y asadores que no tienen lavavajillas, ni lavavasos ni ningún otro sistema mecánico de higiene de la vajilla.

Por sorprendente que sea, hasta montadores de cocinas, según ellos, montadores mundialmente reconocidos por su prestigio que han instalado cocinas en megahoteles, instalan cocinas sin un triste lavavajillas…. que conste que no estoy hablando de trenes de lavado. Me entra una risa de cabreo cuando me dicen que estoy equivocada, que no es necesario, que lavar a mano se puede.

La arquitecta de hoy ya ha sido de traca… ¿lavavajillas? ¿para qué? Aunque no sé ni por qué me he sorprendido si cuando le he dicho que en la zona de fritura de los churros había que colocar un sistema de extracción y me ha preguntado también que ¿para qué? Después me negociaba colocar el lavavajillas en el almacén de la cafetería… vamos, supercómodo para llevar la vajilla chorreando por todo el suelo de acá para allá… y ya sabemos que acabaría medio lavándose-remojándose en la pila de la barra… si es que pone pila, que no lo tengo tan seguro.

Me pueden poner como excusa que las marcas de pintalabios no se van de las tazas, me pueden decir que es un gasto, que no se quedan bien los platos… pero lo que suelo ver es que jamás se limpian los lavavajillas por dentro; pocas veces encuentro a alguien que sepa desmontar el filtro y lo que sí veo es mugre mezclada con depósitos calcáreos, gomas deterioradas y enmohecidas, lavavajillas con un olor nauseabundo a humedad y hongazos de no usarse… Y con los lavavasos casi lo mismo, salvo que en vez de no usarse, jamás se cambia el agua y eso tiene un color que ni un inodoro tras una explosión diarreica (siento la guarrería comparativa pero el color es el mismo)

En cuanto a elegir entre lavavasos y lavavajillas, yo lo tengo claro, un lavavajillas es preferible a un lavavasos. Primero porque no en todos los lavavasos caben platos y segundo porque un lavavasos es para eso, lavar los vasos, no platos con restos de comida o grasa… si metes platos en un lavavasos conviene después retirar el agua y o bien liarse a limpiarlo por dentro o bien hacer al menos un ciclo en vacío con algún desengrasante para retirar los restos (según las especificaciones y aclaraciones de uso de un fabricante de estas máquinas que fácilmente puede encontrarse en internet)… con lo cual, el supuesto ahorro de tiempo, agua y productos se queda en nada. A todo esto, como siempre, retirar los restos groseros y si no se va a lavar al momento, mejor hacer un prelavado (no que estén los platos mil horas en un barreño, en la pila como si fuera un jacuzzi).

Obviamente habrá que valorar también el tipo de establecimiento. Si es un bar que como mucho se dan unos cacahuetes y unos panchitos con un lavavasos vamos que chutamos. Si tengo una pastelería concafetería, quizás me apañe bien con un lavavasos de esos que tienen soportes especiales para platos y que son una mezcla entre lavavasos y lavavajillas. Si soy un bar con mis almuerzos, que si raciones, platos combinados, necesitaré al menos un lavavajillas y me pensaría colocar además un lavavasos.

Mercado de segunda mano hay a porrillo y hasta en determinados casos con uno doméstico podría valer (depende del volumen de trabajo, lugar y población de destino, normativa autonómica…)

Y si alguno no queda convencido, pues nada, que se lea la normativa,   Real Decreto 3484/2000, en su artículo 3, en el punto 6… que claro, claro, como siempre, para quien lo quiera entender e interpretar…

“Los contenedores para la distribución de comidas preparadas, así como las vajillas y cubiertos que no sean de un solo uso, serán higienizados con métodos mecánicos, provistos de un sistema que asegure su correcta limpieza y desinfección.”

Si alguno quiere usar vajilla y cubiertos desechables, no tiene por qué poner un lavavajillas.. pero por favor, que no hagan como en la guardería de Mordor, que los lavan a mano y los vuelven a usar…

Y por último, en cada autonomía existen normativas sobre comidas preparadas y en muchas, según para qué actividad, tipo de instalación o población de destino se establecen criterios más específicos, incluyendo temperaturas de lavado (82ºC complicadísimas de lograr con un lavavajillas fulero)

A pesar de esta perorata, ya me veo mañana repitiendo esto, y pasado, y la semana que viene, el mes que viene…

jueves, 23 de agosto de 2012

De fobias y gasolina

Según La Rubia existe la anortografobia que sería el miedo a las faltas de ortografía… aspecto que por más que he buscado en Internet, no he encontrado. Todo viene a que, en verano, nos hemos dado cuenta de que periódicos, teletextos, titulares de noticias en la televisión y en internet, están llenos de erratas, faltas de ortografía y de errores gramaticales… y para eso, La Rubia es muy pejiguero… será que tiene atelofobia (miedo a la imperfección).

Como no tengo allodoxafobia (miedo a las opiniones), ni fronemofobia (miedo a pensar) y la catagelofobia (miedo al ridículo) ha ido desapareciendo a marchas forzadas, creo que nuestros jefes tienen gasolinofobia, término que acuño por mi cuenta porque no he encontrado fobia a la gasolina… aunque sí a los palillos chinos (consecotaleofobia) y a las cáscaras de cacahuetes (araquibutirofobia).

A lo que iba, que me entra el desvarío… la gasolinofobia o dieselfobia se caracteriza, en el caso que nos atañe, a cuatro tristes tarjetas de combustible (con la leyenda “regalo”) de 20 euros cada una… ¿para cuanto tiempo? Si tenemos pueblos a más de 100 Km de distancia, entre que vamos y volvemos, ¿cuántos litros de combustible gastamos? Aunque vayamos a 80-90 Km… 20 euros dan a unos 14 litros de gasoil, si gastas en torno a los 5-6 litros a los 100 Km…

¿Es una estrategia de la administración para hacer creer que nos rascamos las narices durante el trabajo y así forzar el traslado de personal? A lo mejor suponen que tenemos ergofobia  (miedo al trabajo)

Por más que organice la faena metiendo a cuatro en un peugeot 106 para ir de inspección a un pueblo y aprovechar el viaje, con 80 euros, a lo mejor llegamos a los 1000 Km… si solamente cubrir el matadero nos suponen unos 350 Km mensuales, quedan 650 Km… un día a inspeccionar los pueblos del noreste, otro para los del oeste y has gastado 400. En menos de una semana, por más uso racional del vehículo que menos consume, nos hemos cargado el combustible… y eso, teniendo en cuenta que los que no están en la cabecera, tendrían que ir a patita a inspeccionar únicamente su pueblo principal…

Obviamente no nos vamos a quedar en el despacho hablando o jugando a los barcos… que no hay gasolina, pues los siete que compartimos despacho saldremos de inspección por Mordor. Los que vayan al polígono necesitarán unos treinta minutos para llegar a paso normal, al que le toque ir a los huevos necesitará una hora y pico (al igual que al que le toque ir al área de servicio), al que le toque ir a las otras industrias necesitará unos cuarenta y cinco minutos por la carretera cuesta arriba (luego será cuesta abajo y se tardará menos en volver), a los que toque el pueblo, depende, entre cinco y treinta minutos…

Haciendo unas “buenas” inspecciones, es decir, con la calidad apropiada, el tiempo necesario para la observación de las manipulaciones, intentando hacer buena letra en nuestros soportes de inspección y haciendo el seguimiento de las deficiencias pendientes, en menos de cinco días ya podemos estar haciendo una segunda vuelta de inspección…  cuando en un mes se hayan hecho entre 4 y 6 inspecciones a cada uno de los establecimientos de Mordor, espero que comiencen las denuncias por acoso (yo lo haría)… pero no nos podrán decir que somos unos vagos.

¿Por qué no usamos nuestros propios coches? No somos putas que tengamos que poner la cama… existen unos coches oficiales y no se contempla que cobremos por el uso de nuestros medios personales… además, nadie me exige tener vehículo propio… eso sí, disponemos de unos 20 botiquines estupendos con gasas, vendas, tijeras, tiritas, esparadrapo, povidona y algunos con colirio a punto de caducar… (es lo que tiene el cambio de las mutuas y aseguradoras)… cambio botiquín por 5 de litros de gasofa (las tiritas son plastificadas y buenas y seguro que cuestan un par de euros la caja).

Afortunadamente no tengo geliofobia (miedo a la risa)… así que me voy a creer que todo esto es una broma.

lunes, 20 de agosto de 2012

El retorno de los malditos

Hemos regresado. Ayer, entre nubes oscuras que escupían más polvo que agua y la radio con sus tontadas futboleras (un día analizaré los anuncios porque el de Elpis me dejó anonadada) llegamos a nuestro nada añorado Mordor.

El chucho se quedó en su paraíso de la “Riviera Maña” ante la insistencia paterna (nota uno para mis hermanas: creo que necesita nietos), así que el viernes retornaremos para que el trauma de la vuelta se matice un poco (nota dos para padres no lectores de blog: me llevaré una barquilla de tomates y algunos puerros y berenjenas) y nos traeremos al perrucio que seguro, se pasará un par de días deprimido.

No he hecho nada en estas vacaciones… las más largas que recuerdo en años y que se han pasado en un suspiro. Cuando digo nada, es nada… he leído menos de lo que pensaba (voy por la novela 75 del año), he nadado algo menos de lo que quería, he bebido poca cerveza y menos cubatas, he visto pelis malísimas, me he clavado horas y horas de Juegos Olímpicos, me he relajado mucho más de lo que podía imaginar y sorprendentemente, no me he cabreado con nadie… es lo que tienen unas vacaciones planificadas para dormir, dormir y dormir de tirón, que hacía once meses que no sucedía.

Eso sí, hoy me he despertado unos segundos antes de que sonase el despertador.

Lo que tengo que agradecer es que mis compañeros se han encargado de distribuirse entre ellos las tomas de muestras, realizar varios informes e inspecciones nada agradables, solventar alguna alerta sanitaria y dejarme hasta explicaciones por escrito de las cosas pendientes. Así que la mañana ha sido para organizarme la mesa, leer papelotes y quedarme de piedra ante las malas noticias que no paraban de llegar sobre interinos cesados sin previo aviso… todo se basa en “donde dice x plazas,  nos cargamos x-1 “… vamos,  que luego seguirán diciendo que la administración no funciona porque somos unos putos vagos… cuando se están cargando servicios simplemente porque hay plazas cubiertas con interinos, independientemente de la carga de trabajo… ole, ole y ole la sabiduría de esos que dicen llamarse políticos…

Y cómo no… no tenemos gasolina… lo que se está convirtiendo en una mala costumbre… cualquier día de estos tenemos que llamar a los del matadero para que nos recojan para cubrir el servicio (espero que entonces les rebajen las tasas de inspección para compensar)… claro que, para poder pagar tanto puesto de nivel alucinante de coordinador de a saber qué sin personal al que coordinar que se está creando, el dinero deben sacarlo de cargarse a los curritos y del material que no se nos proporciona… qué tremenda mentira es esto de la administración…

Bueno, que empiezo “nuevo curso”. Aunque no lo parezca, espero no despotricar y volver a mis andadas inspectoriles que son las que me dan vidilla y me hacen creer que todavía son muy necesarios los inspectores de sanidad. Quizás este curso tenga sorpresas (buenas, me refiero).