lunes, 16 de octubre de 2017

Pilareando

Estuve en Mañilandia, donde todo es color, calles, aceras y plazas... Gente con sandalias y cazadora gorda, gente en tirantes y con botas, personas con chancletas y pantalones cortos, personas con pañuelo al cuello y zapato de invierno... lo nunca visto, unos Pilares sin cierzo, sin lluvia, sin fresco... oyendo hablar en italiano, con acento baturro, en inglés, en francés, en catalán... a susurros o a grito pelao...

Me debo estar haciendo mayor... los fuegos artificiales en la Plaza San Francisco me parecieron más aburridos que el año pasado y solamente se salvaron los dos minutos finales. Los pogos no son iguales que en mis tiempos mozos: ibas a un concierto de Hamlet y en el medio había un barullo durante todo el concierto, del que salían despeluchados, buscando las gafas y pulverizando sudor a mansalva... ahora no, un poco de pogo en una canción o un pogo organizado (que luego mi hermana me culturizó y me dijo que era el muro de la muerte)... Bueno, pues eso, que fui a ver Hamlet tras los fuegos, nada más llegar de Mordor. Cantaron casi todas las canciones de mis años mozos y nos juntamos viejunos (mucho mayores que yo, menos mal) y jovenzuelos que cuando Molly cantaba eso de "estamos vendidos a merced de cualquier desaprensivo" eran todavía proyectos de ser vivo... como siempre en los conciertos, hacia  el fondo a la derecha... quizás no los había visto desde el 2005 o antes... pero era mi elección frente a Bisbal.

No pisé el Tubo, llegué a duras penas hasta la plaza para ver las flores colocadas, no llegué a los Food Trucks, no pisé ninguna de las fiestas de la Cerveza, me quedé cerca del Juan Sebastian Bar y de Juanko pero nos tocaba noche de sobrina y no era plan,  aunque me tomé una rica Spaten en un pub; no conseguí llegar a la City aunque cené estupendamente en el Pancetas; imposible entrar en el Escabeche pero hacía años que no comía un cojonudo en Casa Luis... y pasé de clavarme la cola de Tortosa. No pasé por ninguno de los garitos de costumbre pero metí horas en la terraza de Fernando El Católico porque no hacía nada de rasca y resulta entretenido estar cascando a la par que ves gente subir y bajar por el paseo. Disfruté de la "laminera" de Melba y de su hojaldre de frutas... y me clavé dos horas de siesta cada tarde de jueves a sábado en Fraggel Rock (El centro del universo es sin duda un lugar maravilloso excavado en la roca llamado Fraggel Rock... es decir, mi cama en Zaragoza)... no vi la tele, apenas me leí cinco o seis capítulos y según el Google Fit de mi teléfono, hice una hora y treinta y seis minutos de bicicleta el sábado por la noche... tiempo que duró el concierto de Las Novias...
Es decir, para el giroscopio de mi teléfono (que no uso pulseras de esas porque me horripila lo que dirán de mis panzadas de lectura y estarán todo el rato insistiendo en que me mueva), asistir al concierto con el consiguiente movimiento de garras y testuz equivalen a hora y media de bici... mola... Y sí, debo de estar haciéndome mayor porque me joroba que la gente saque el móvil para grabar el concierto y te lo plante por encima de su cabeza y no veas una mierda, o que la gente se ponga a hablar (Santi Rex va por ti, majo, por ejemplo, no eras el único, no te lo tomes a mal, pero a los de alrededor no les pongo nombre...) y no oigas una castaña porque no sé por qué demonios, cada vez que veo a Las Novias en Zaragoza o un instrumento se oye más bajo que los demás o si se oyen todos, le falta volumen... y no, no es mi oído...
Así que hice lo de todos los últimos años, pasear, cervecear e ir al concierto anual de Las Novias...
Oiga, y qué bonito es Zaragoza cuando paseas por ella... ya si le quitasen unas decenas de semáforos y dejaran pasos de cebra sin más... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario