miércoles, 27 de marzo de 2013

Otra deformación profesional

No sé si os pasa con vuestros trabajos, pero yo he desarrollado unas manías un tanto pintorescas y unas, llamémoslas agilidades mentales, que antes de dedicarme a esto no creo que tuviera…

Además de entrar en un sitio y hacerme una idea general de la disposición de muebles, personas y objetos… que me recuerda un poco a las pelis del caso Bourne (los libros me resultan un poco lentos, qué lástima porque son tochos considerables), en las que el tipo es capaz de describir casi a la perfección el color de la camisa del fulanito de la izquierda o las flores del jarrón de la tercera mesa por la derecha (he dicho que me recuerda un poco, no exageremos)… Además de ser capaz de recordar sitios en los que no he entrado en ocho o nueve años y acordarme de la distribución y las deficiencias que tenían en aquel entonces para hacerme una comparativa a cómo la describen mis compañeros en sus inspecciones.

Además de colocarme por inercia frente a la puerta de la cocina o del almacén en un bar o de tener la perspectiva de lo que hacen los camareros de la barra… igual que antes, me siento como una espía…

Además de ser capaz de desconectar de los rollos patateros que me pueden contar para no perder la atención en lo que me interesa (esto intento no llevarlo a mi vida privada… no es plan de hablar con mi madre o con La Rubia y estar´”sí, sí… no… no… depende…”)

Además de ser capaz de escribir en cualquier postura, lugar y superficie… con letra legible, quiero decir.

Ahora, me da por los olores. No sé si es que se ha ido agudizando con el tiempo sin reparar en ello o es que ahora es mi nueva manía.

Ya no es el olor a fritanga, a alcantarilla o a algo en descomposición… ir por la calle y oler el sobaco del que te cruzas o que el abrigo de la que está junto a ti en el semáforo huele a aceiturri o que entra alguien en el pasillo que acaba de fumar… no… en ocasiones es llegar hasta casi a procesar las mezclas de olores e irlas separando buscando su origen…

Por ejemplo, entras en una cámara y algo huele. A veces no sabes a qué, pero huele. Cual sabueso buscas el origen dejándote llevar por las narices hasta llegar a ese estante con un recipiente con algo, el desagüe que no se ha limpiado en siglos, o el acumulador que tiene la bandeja, que mejor no describir. No siempre encuentro el origen y no siempre soy capaz de precisar a qué puñetas huele.

Claro que, decir que algo huele mal, no sirve de nada en una inspección pero como herramienta de trabajo, las narices pueden resultar interesantes…

Buena Semana Santa… mi madre dice que hará torrijas pero como esta semana me ha desheredado por ganarle al apalabrados, y se pica, no sé, no sé… espero darle pena… pero de dejarle ganar, ni de coña, jejejeje

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