Ha sido una noche de calor horrible… así me voy preparando para las que me esperan en casita… a las siete menos cuarto, el perro ha aparecido como diciendo “eh, que llegas tarde” y aunque lo he despachado un par de veces, no he vuelto a coger el sueño, así que me he levantado para hacer algo útil, para variar.
Tras desayunar con el perro intentando mendigar en su pose sedente babeante con ojillos de pena y acompañada de un capítulo de la novela de turno, me he puesto a barrer, limpiar el polvo y fregar suelos, lavadora por aquí, ordenar por allá… tiempo perdido porque da igual las veces que limpies, el polvo vuelve a hacerse fuerte antes de que acabes… supongo que será por los campos cercanos y el viento que arrastra hasta las pajitas tras la cosecha… y que es un pueblo lleno de mierda (ya me contarás por qué diablos hay una lata vacía de cerveza en mitad de la calle… o un tampón usado en el parque… o huesos de pollo en una esquina).
La ducha fría me acaba de dejar como nueva… y limpia… joer, qué sudada. Hace un calor de mil demonios, y el perro al sol… majara… pero ha acabado por meterse y buscar el rincón más fresquito. Estos días parece que no tenemos perro, solamente tiene ganas de jugar por la noche o al punto de la mañana.
Con tanto calor, mi plan del día es el siguiente:
Un par de Ambar 1900 bien fresquitas, el viejo Sony reader y algo de música (cederemos con los Bethlehem, que según La Rubia es música propicia para estas temperaturas porque te deja frío… ya… seguro… me pondrá los pelos como escarpias… compensaré con los guarruzos NIN… que menos mal que cantan en inglés y sus cochinadas pasan más desapercibidas- menos para nuestro vecino británico, que debe pensar que somos un par de sicópatas degenerados)
4 días…
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