martes, 12 de junio de 2012

En serio, que no soy tan mala…

 

De acuerdo con que no soy ni angelical, ni  dulce, ni apacible, ni delicada, ni tierna…

 

 

… pero tampoco soy despiadada, temible, cruel o desagradable… al menos eso creo yo…

 

 

Otra cosa es la fama que alguno me haya puesto… pero como en todo y a todos, depende de la situación que cada cual haya vivido conmigo… Obviamente muchos, antes de conocerme y de tratarme ya me han juzgado y sentenciado y en ocasiones, algunos comentan que no soy tan mala como decían o tan severa como les habían dejado caer… otra cosa es que mi madre opine que soy una intransigente para determinadas cosas, pero, eso es otra historia.

Otros muchos antes de comenzar a hablar ya parece que están mordiendo y marcando terreno por si las moscas… ehhh, parad el carro, pienso, pero salvo con alguno que ya entra directamente a insultarme (y es verdad que los hay) trato de mantenerme serena, sosegada y con un tono de voz suave (al menos eso creo en mi cabeza). A veces esto acaba bien y otras, las menos, acaba a grito pelado, pero no por mi parte, que ya he aprendido a morderme la lengua y no envenenarme. Me cuesta, de verdad, me cuesta horrores no pegar cuatro alaridos y mandar alguno a la mierda, pero, es ponerme a su nivel y mi madre no se gastó una pasta en educarme para nada (eso lo dice cada vez que suelto un taco ante ella… jo, si no me dejaba cantar Hombres G y su “Sufre mamón”… por lo de mamón, claro)

De vez en cuando hay gente que son como todos deberíamos ser en todo momento, agradables, simpáticos y de trato cordial (me apunto como algo a lo que aspirar en todo momento)… y para ejemplo, el de hoy, que ya que pasaban por el centro de salud a ver al pediatra, suben un piso y aparecen por el despacho para saludar. Ya que veníamos pasamos para decirte hola, un par de minutillos comentando que si nuestros recortes que si cómo va su industria y la próxima seré yo la que pase por su trabajo, a hacer inspección y tras ella, un par de minutillos hablando de lo que sea.

Las veces que me pasan estas cosas, o que me paren por la calle para hablar del tiempo o me saluden desde el coche (y no me intenten arrollar) me da por creer que no lo estoy haciendo tan mal.

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