sábado, 18 de junio de 2011

La mala escuela

Después de leer algunos comentarios (me mola ver mensajes en las entradas) he recordado que hace un porrón de tiempo hablé de las distintas clases de inspectores, dividiéndolos entre vieja escuela y nueva escuela. Quizás no sea una clasificación correcta pero lo que está claro es que hay dos grandes vertientes en esto de la inspección: los que se preocupan y trabajan con mayor o menor acierto y criterio y los que pasan olímpicamente.

En los años que llevo trabajando he visto de todo. Inspectores supertrabajadores que a lo mejor no tienen mucha experiencia pero ponen mucha voluntad y se preparan las inspecciones pormenorizadamente para no meter la pata. Inspectores con unos conocimientos en microbiología y tecnología que flipas. Inspectores responsables con su trabajo con una capacidad de paciencia y mano izquierda envidiable… y como no, trepas, jetas, abusones, chulos y  comepipas.

Me creo que haya inspectores que van al bar y almuerzan gratis… porque lo he visto. Me creo que haya inspectores que hacen la compra gratis porque el carnicero donde la familia compra de siempre dice que uno de los veterinarios le va varios viernes al año a “tomar muestras” de ocho kilos de chorizo, diez de morcilla… y casualmente de cara a las navidades un par de ternascos. Desde luego entendería que a esos se les sancionara o expedientase (no voy a decir lo que pienso de estas personas porque los epítetos serían harto groseros)

Quiero creer que cada vez son los menos los que, con excusas como toda de muestras se llevan comida a casa o con excusas de inmovilizaciones se montan un banquete. De hacer esto solamente he sospechado de un tipo que hace poco pidió un traslado de su zona de trabajo porque tenía “problemas” con la gente de esos pueblos (el día que se marchó, sin fiesta de despedida de sus compañeros, su jefe estaba radiante y feliz como en años)

Quizás lo que veo ahora son “los acomodados”, que no quieren tensiones ni encabronamientos, bien por timidez, bien por pasividad o yo que sé… miran para otro lado para no ver deficiencias y supongo que no les gusta nada este trabajo… el problema aparece cuando otro compañero lo suple y se encuentra unos pastelones cojonudos. Bueno… y sigo recordando al comepipas…

Creo que la mayoría somos normales. Hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos y sabemos. Metemos la pata como todos y nos cabreamos de vez en cuando. Nuestros inicios laborales son dubitativos pero después vamos ganando en experiencia y cada día aprendemos algo. Creo que un buen inspector es el que conoce dónde falla (en conocimientos, en trato con la gente, en cómo enfocar la situación, en redacción de inspecciones…) y busca la manera de ir mejorando. Siempre hay algo que aprender y sobretodo, mantener la ilusión… cuando creamos que esto no sirve para nada será el momento de ir pensando en hacer otra cosa.

3 comentarios:

  1. ¿y que podemos hacer los inspeccionados para defendernos de una inspección abusiva, intimidatoria, desmoralizante y entorpecedora?.

    A nosotros nos ha tocado en suerte uno de estos "hipertrabajadores",con el agravante de que es obsesivo-compulsivo y maniaco-depresivo. (no soy psicólogo, pero es evidente que no está bien). que me ha ensuciado un historial impecable de mas de 30 años con actas absurdas como que tengo la bombilla de un insectocutor fundida, o que me falta papel en uno de la docena de secamanos que tengo (deficiencias que hubieran sido subsanadas igualmente en cuanto se hubiera podido).
    Y que me ha hecho perder cientos de horas pidiéndome los mismos papeles (los carnes de manipulador se los he enseñado 20 veces).

    No es que sea a mi. Todos los que inspecciona este individuo están amargados. Incluso una cocinera se ha cogido una baja por depresión.
    Sus compañeros no le apoyan (ni le hablan), ya que les ha denunciado a ellos también. Pero parece ser que no pueden hacer nada con el.

    A mi establecimiento ha llegado a venir hasta 3 veces en una semana con cuestiones surrealistas.

    La tensión ha llegado a ser insoportable, aunque parece que ahora está un poco mas calmado. ¿le habran dado un toque desde arriba?. ¿le habrán cambiado la medicación?.

    Es fin, sigo soñando con que vuelva alguno de aquellos con los que el trato era cordial y que incluso nos felicitaban por nuestro buen hacer.
    Pero me gustaría saber como podemos defendernos, porque la impotencia y la parálisis me mata.

    Lo malo es que la ley es tan farragosa y ambigua que todo lo deja a criterio del inspector. Hasta al mejor establecimiento del mundo le pueden buscar las vueltas, si quieren.

    ResponderEliminar
  2. 3 años tuvimos a una inspectora con problemas paranoicos... en la Consejería pasaron de nosotros a pesar de mostrar inspecciones imposibles. La solución fue cargarnos con su trabajo y dejarle cosas sencillas y cribarle las actuaciones. Ni sé la de veces que tuve que disculparme por sus amenazas y sus inspecciones. Así estuvimos hasta que le dieron una baja tras un ataque fuera del trabajo.

    La solución no la veo nada sencilla. Lo que haría sería hablar con su coordinador o su jefe inmediato mostrando pruebas del comportamiento "extraño". A ser posible además de hablar, lo pondría por escrito y solicitaría una nueva inspección en la que fuera otro inspector o que le acompañase otro compañero. Si no hacen caso ya subiría en el escalafón, bien a nivel provincial o incluso autonómico.
    No le veo otra forma y desde luego esta solución que te doy es lenta, engorrosa y probablemente una mierda de solución.

    ResponderEliminar
  3. El coordinador es el principal "damnificado" porque se come sus marrones y ya nos ha dicho que no puede hacer nada y nos ha dado el teléfono del delegado provincial.
    Pero comprende que esto acojona un poco, porque aunque creo que tenemos un grado de cumplimiento ejemplar, ¿quien sabe de donde te pueden rascar?.
    yo, cuando leo la normativa veo que es imposible cumplirla al 100%. tu ya me entiendes.

    ResponderEliminar