sábado, 15 de mayo de 2010

Down in a hole

Estoy en un momento de esos en que te da por darle vueltas al coco. Eso de revisar la situación, pero desde el punto de vista de la negatividad absoluta y de la mayor cobardía. Igual que cuando era adolescente y me ponía a The Cure y pensaba que todo era una mierda.

Ahora, a mis treinta y pocos años puedo decir que soy más inmadura y menos seria que cuando tenía veinte años. Me jode eso de pensar que soy una adulta y que debo comportarme como tal. En cierto modo pienso que desaproveché ciertos años de mi juventud entre estudios de carrera y oposición y entre remordimientos de perder el tiempo en hacer cosas ociosas en vez de encerrarme a estudiar. Y ahora, desde la distancia de unos cuantos años me doy cuenta de que tanto sacrificio no ha cubierto las expectativas que me planteé entonces.

Ilusa de mí, pensaba que este trabajo sería más grato, que la gente al menos sería capaz de comprender que tu labor no es joderle sino evitar peligros a los consumidores (con todas las vertientes que eso tiene en la Salud Pública). Pero no.
También pensaba que sería más sencillo volver a casa. Pero tampoco. También pensaba, y pensaba y pensaba... Tontadas, eso es lo que pensaba.

Lo único bueno que tiene este exilio en el que estoy inmersa desde hace 7 años es que La Rubia consiguió acercarse a mí, de 750 Km de distancia pasó a 230 y de allí a 0. Pero el precio que ha debido pagar es demasiado alto, a pesar de que él no trate de considerarlo así.

Así que mientras limpiaba el suelo esta mañana escuchando música de esa deprimente tipo Alice in chains le daba vueltas a lo de mandar todo a escaparrar y largarnos de aquí. Pero he de reconocer que soy una cobarde. ¿De qué trabajo? Joer, si este trabajo tiene cosas buenas (el sueldo ya no es una de ellas), me gusta eso de la micro y las idas de olla esas que tengo de si la actividad de agua de tal cosa, que si el pasterizador, que si el etiquetado,... me mola mi trabajo (sería perfecto si no tuviera que tratar con la gente)... Es mal momento para montarse una consultoría, además hay como churros, tampoco es momento para montarse un negocio (bar, sedería, kiosco o lo que sea) y tampoco tengo pasta... no creo ni que me contratasen como cajera de supermercado... Además, en mi casa, antes de que mandase todo a la mierda, me llevarían a un loquero.

Conclusión, me quedo como estoy y donde estoy. Para muchos, una afortunada por un trabajo (por ahora) fijo y con un trabajo que gusta. Para mí, un exilio al que me presté voluntaria y con el que por huevos tengo que apechugar.

Esta claro que esta semana no ha sido mi semana. Supongo que esto es como la crisis esa que pasó mi madre a los cuarenta, solo que me ha llegado con varios años de antelación. En definitiva, que cuando me quejo, me quejo por todo, hasta por lo más nimio, pero todos tenemos derecho a quejarnos de vez en cuando.

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