domingo, 11 de abril de 2010

¿Sueño o resaca?

Ayer hicimos algo extraño en nuestro destierro en tierras lejanas... nos fuimos a un pueblo a unos 60 km, invitados por un compañero- excompañero de trabajo (es que tan pronto aparece como desaparece, dependiendo de si hay un puesto vacante). Manda narices que este botica se liara con su compañera de despacho (otra botica), no mientras compartían despacho, no, que eso debía ser sencillo, sino cuando cada uno se fue a otro destino... (cosas del amor que no hay quién entienda).

Con su aspecto de inspector de hacienda (le han confundido varias veces con uno), con su humor mordaz, con su seriedad en el trabajo pero a la par con su ironía, se ha convertido en uno de mis mejores compañeros de curro... con el que me gusta ir de "marrones" y charlar en el coche, camino de inspecciones.

La primera vez que lo conocí, nos fuimos de inspección a una bodega, archiconocida ella, en la que al terminar, el gerente nos metió en su despacho y nos intentó comprar. Yo me lo miraba y él me miraba. Ninguno sabía cómo era el otro... y claro, existía el recelo ese de pensar, "¿éste se dejará comprar?" Y lo mismo le debía pasar a él. El de la bodega seguía con su run-run de esto lo arreglamos entre nosotros de alguna manera... y como ya he comentado que me repelen los trajeados, le dije que eso se arraglaba haciendo obras... el otro con su erre que erre, que no me entiendes, que esto lo arreglamos... Y el otro, creo que no ha entendido a la señorita, que esto se arregla haciendo obras... Y fue un tira y afloja, pasando por el qué queréis, algo necesitaréis... Qué plasta!! Al final una contestación rotunda del botica acabó por zanjar el asunto. Nos convertimos en persona non grata para la bodega y nosotros nos hicimos buenos amigos.
Que luego se liase con mi amiga la botica, me pareció lo mejor.

Pues nada, eso, que ayer nos fuimos a su pueblo, a cenar con su chica y otros amigos suyos previa visita turística por el pueblo. Bonito, con sus tiendas y escaparates, sus conventos, sus casonas bien cuidadas, con sus calles estrechas y peatonales, con su alucinante zona azul (en un pueblo de 7000 habitantes me parece una pasada), con los artesonados en los tejados, plazas chiquititas pero limpias... eso, la limpieza es lo que más me gustó (si lo comparo con el puebler en el que estamos exiliados). Pueblos con similar población y en servicios, bares, restaurantes, placitas, tiendas, arquitectura, limpieza y gente, ganó por goleada el pueblo del botica. Vamos, que si supiera que voy a estar muchos años por aquí y no tuviera opción de vivir en una ciudad, me iría a ese pueblo sin dudarlo.

Fue una noche estupenda, poniéndonos al día, siendo invitados a su boda en un pueblo perdido de la costa cantábrica, cenando rico-rico con personas agradables y tomando unas copas... menos mal que La Rubia se ofrecíó a no beber... claro que a las cinco y pico de la mañana, con las cocacolas que llevaba quería hablar de si íbamos a ir a la boda...

No sé si tengo sueño o resaca... el perrucio a las ocho ya se ha puesto en marcha y al final le he abierto el patio para que se fuera a hacer puñetas, pero ni aun con esas me ha dejado en paz, apoyando su cabezota en mi vejiga para que me levantara... puto chucho... espero que al menos me deje dormir la siesta.

Sin dudar el mejor sábado tarde-noche de los fines de semana que me he quedado por aquí... qué triste, han tenido que pasar seis años y once meses para poder decir esto..

1 comentario:

  1. Hola.
    Hace algunos días que no te leo; pero lo voy a continuar haciéndolo, prometido.
    Hace unos días, y continúo haciéndolo, me he interesado por las llamadas "Hembras alfa".
    Inconscientemente me acordé de tu blog; no por tí misma, si no por las "mujeres alfa inspectoras de sanidad".
    Me gustaría que hablaras de ellas, porque existir existen, al igual que existen hombres alfa inspectores de sanidad.
    Pero en esta ocasión, aunque tu eres libre de hablar de lo que de pegue en gana, me gustaría que tocaras este tema.
    Gracias de antemano tomes la decisión que tomes.

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